La pasta térmica es un componente crucial en cualquier sistema de enfriamiento de PC, ya que ayuda a transferir el calor de manera eficiente desde el procesador (CPU) o la tarjeta gráfica (GPU) hacia el disipador de calor. Con el tiempo, la pasta térmica puede degradarse, lo que afecta su capacidad para disipar el calor de manera efectiva. En este artículo, te explicaremos cuándo y cómo es necesario cambiar la pasta térmica de tu PC.
¿Por Qué Debes Cambiar la Pasta Térmica?
Con el uso continuo, la pasta térmica tiende a secarse, volverse quebradiza o incluso desarrollar grietas. Estos cambios afectan su capacidad de llenar los microespacios entre el procesador y el disipador de calor, lo que reduce la eficiencia de la transferencia de calor. Como resultado, la temperatura del procesador puede aumentar, lo que puede provocar un rendimiento más bajo y un mayor riesgo de daño por calor.
¿Con Qué Frecuencia Debes Cambiarla?
La frecuencia ideal para cambiar la pasta térmica puede variar según el tipo de pasta utilizada, la calidad de los componentes y el uso del PC. Como regla general, se recomienda cambiar la pasta térmica cada 1-2 años si utilizas tu PC con regularidad y quieres mantener las temperaturas bajo control. Para usuarios intensivos como gamers o editores de vídeo, puede ser necesario cambiarla con más frecuencia, cada 6 meses a 1 año.
Pasos para Cambiar la Pasta Térmica:
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Preparación: Apaga tu PC y desconecta todos los cables. Abre la carcasa del PC con precaución para acceder al procesador o a la tarjeta gráfica.
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Limpieza: Utiliza alcohol isopropílico y un paño suave para limpiar cuidadosamente la superficie del procesador o GPU y el disipador de calor. Elimina cualquier resto de la pasta térmica anterior.
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Aplicación: Aplica una pequeña cantidad de pasta térmica (como un grano de arroz) en el centro del procesador o GPU. No es necesario esparcir la pasta; la presión del disipador se encargará de distribuirla.
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Montaje: Vuelve a colocar el disipador de calor sobre el procesador o GPU y asegúralo con cuidado. Asegúrate de que esté bien fijado y que no se mueva.
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Encendido y Monitoreo: Enciende tu PC y monitorea las temperaturas del procesador o GPU utilizando software de monitoreo. Deberías notar una mejora en las temperaturas.